Este año mis alumnitos reciben el sacramento de la Confiramción, y para mí esta siendo algo maravilloso. Cada encuentro es una lucha inmensa para captar la atención de ellos, pero toda dificultad superada es una gran victoria. Y cuando recibo comentarios de parte de algunos de ellos de haberse acercado al sacramento de la confesión es tanta mi alegría que en momentos como ese, confirmo una y otra vez que el ser catequista es una gran responsabilidad y no dejo de dar gracias a Dios por confiarme tal misión.
Y les animo a todos los catequistas a amar mucho esa tarea, porque el Señor no elige a los capacitados, sino capacita a los elegidos.